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Ruta de la miel

A veces, una pasión se hereda sin saberlo. Esta es la historia de una tradición familiar que, con el tiempo, se transformó en un proyecto comunitario lleno de conocimiento, dulzura y compromiso con la naturaleza.

La afición por las abejas, quizás, la llevo en los genes. Hace más de cien años, mi bisabuelo posiblemente trajo la primera colmena a la provincia del Carchi. Mi padre contaba que su propio padre —mi abuelo— le narró cómo esa colmena fue adquirida en el centro del país y trasladada hasta Ibarra en ferrocarril. Desde allí, la trajeron hasta Carchi a lomo de mula, ya que en aquel tiempo aún no existía carretera para vehículos.

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Desde mi adolescencia comencé a manipular abejas de forma empírica. Fue en el año 2009, gracias al apoyo del Gobierno Provincial del Carchi, que un grupo de aficionados a la apicultura formamos una asociación y empezamos a recibir capacitación técnica. Con los conocimientos básicos adquiridos, logramos producir mayor cantidad de miel, aunque al principio me resultaba difícil comercializarla.

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Fue entonces cuando se me ocurrió una idea: invitar a las personas a conocer de cerca el proceso de producción de la miel y todos los productos de la colmena. Así fue como nació la Ruta de la Miel, una experiencia educativa y vivencial que acerca a la comunidad al fascinante mundo de las abejas.

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